Hoy acabo de ver una noticia, en el telediario, que decía: “un padre amenazó al árbitro de su hijo que juega en la categoría de benjamín (niños de 9 y 10 años) con partirle el culo y con agredirle físicamente. Si a esta noticia le añadimos la que leí hace dos días: “Un padre le dice a su hijo que le partiera la pierna a un rival” me hace casi vomitar de asco . Por desgracia, ya no es novedad las peleas entre padres, agresiones a colegiados o niños llorando por los gritos de sus familiares convirtiendo el deporte base en una auténtica basura.
Hace meses que estoy intentando animar a que mi sobrino practique mi deporte favorito. No, no lo quiero convertir en el “nuevo Juan Lebrón” sino quiero que disfrute, a mi lado, de un deporte tan maravilloso como es el pádel. Sé que no soy padre, pero la obsesión con el “nuevo messi” les está robando a nuestros pequeños el placer de disfrutar de su deporte favorito. Todo por ejercerle una presión excesiva que ni es acorde a su nivel ni a su edad.
Desde siempre el deporte base ha servido fundamentalmente para que los niños de nuestra ciudad aprendieran valores como: respeto, compañerismo y sobre todo para ayudarles en su desarrollo emocional. Aún recuerdo mi breve paso por los banquillos como entrenador. Duré muy poco. Desde que llegué intenté dar ejemplo. Hacía los ejercicios con ellos, le exigía que en cada falta le diera la mano al rival y que los goles no lo celebraban solo sino con el equipo. Sí un niño no iba a entrenar o sacaba malas notas jugaría menos y si llegaba tarde tenía que pedirle perdón a sus compañeros. ¿Cuál fue mi asombro? Un padre me recriminó que su hijo (el mejor del equipo) había jugado menos de lo habitual y que por ese motivo habíamos perdido. A pesar de mi tristeza ,año y medio más tarde me alegré cuando uno de los pequeños se acordaba de mí y me saludó por la calle. Puedo decir que al menos “pude sembrar algo la semilla”.
Resultado, resultado, resultado parece que eso es lo único que importa. Los valores ya lo dejamos para otro día. No quise pertenecer a ese mundo y por eso duré solo dos partidos. Quiero que mi equipo lo dejé todo en el campo, que aprendan valores y sobre todo y más importante ¡que disfruten! porque…. Los niños deben de ser niños ¡qué ya tendrán tiempo toda su vida de ser adultos!
Pues sí tanta ambición hay en los adultos, que ni se paran en pensar que los niños son niños y tienen que convivir, jugar, crecer y aprender en un campo de fútbol,pádel,tenis… La sociedad, va demasiado acelerada y quiere resultados, el camino a ellos da igual.
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Exactamente quieren que sus hijos vivan sus sueños frustrados en lugar de disfrutar de ellos
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El niño tiene que ser niño, no obsesión de adultos. Pienso que los valores son la base para el futuro adulto, así el día de mañana pueda aportar el bien a las siguientes generaciones. ( Excelente post 😍)
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Gracias Milena
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Los niños son niños y deben disfrutar.
Y para mi entender lo más bonito del deporte sea cual sea, son todos los principios que se aprenden, compañerismo, disciplina, superación, resiliencia, educación…. Volcar nuestras frustraciones en los pequeños debería estar castigado
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A veces se confunde el placer del deporte con la profesionalidad y ese es el error. Lo siento pero tu hijo no es el nuevo Messi y si lo es y lo tratas así…¡ Ya no lo será!
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