Mi príncipe Morado

Después de la ruptura con José pensé que se me caería el mundo. No quería estar sola, no me valoraba a mí misma y ahí estabas tú… regalándome palabras bonitas, diciéndome lo mucho que me querías desde pequeña y lo mucho que me tratarías como una reina si le daba una oportunidad. Jugaste bien tus cartas  aprovechándote, a la perfección, de mí baja autoestima.

 Los primeros meses fueron maravillosos, me recogías en la motocicleta, me llevabas a pasear y me presumías delante de tus amigos. Nunca te amé, pero por fin había conseguido tener a un hombre bueno a mi lado. Un hombre que al menos me prestaba atención y me tenía día a día a en sus pensamientos, pero todo cambio meses después de empezar a vivir juntos. Aún recuerdo  aquel día ni tan siquiera sé que hice mal para merecerme aquel golpe, pero aunque no lo sabía el motivo llegué a pesar que algún error cometí y  que lo hacía por mi bien. Ahí debí marcharme.

 Más tardes vinieron más golpes, humillaciones en públicos, celos  y vejaciones por su parte que me hicieron perder muchas cosas entre ellos amistades que tenía desde la infancia. Cuando alguna vez tenía fuerza y hablaba con él, para dejarlo, me pegaba y me amenaza con matarme y luego quitarse la vida .Nunca debí aceptar su chantaje y ahí también debí marcharme de su lado.

 Pasaron muchos meses y ya no reconocía aquel saco de hueso que veía  en el espejo. Juan me había quitado mi amor propio pero él me estaba quitado lo poco que quedaba de mí. Muchas veces incluso rezaba para que cumpliera su  promesa y me quitara la vida por no tener la valentía mínima para hacer lo que debía de hacer y alejarme de su lado. Cuando ya estaba  en el sótano de la felicidad  solo tenía dos opciones: esperar como una rea, su sentencia de muerte o romper las cadenas. Esta vez, por fin, hice lo correcto y me marche de la casa.

 Los primeros meses de  aquella decisión fueron bastante duros. Seguía acosándome, me llamaba a todas horas, incluso hasta de madrugada. Aumentó mi miedo a tal punto  que salir a la calle era similar a pisar un campo de mina. No sabía si aquel sería mi último paso. Muchas veces pensaba en rendirme y volver con él. Con él no tenía vida, pero sin él me sentía frágil e impotente .Lo conocía tan bien que sabía que era capaz de cumplir cada una de sus amenazas pero… conocí a mi amigo. Aquel ángel de la guarda que me ánimo a dar el paso que debí dar un segundo después del primer golpe. Se lo conté a mi familia y entre todos me ayudaron a denunciarlo.

 Tras su charla con las autoridades y con mi padre quedo en libertad pero… ¡por fin conseguí que me dejará en paz! Dejó de molestarme y empecé a salir con personas del sexo opuesto sin miedo a que me dijera nada. Entre ella estaba Miguel, mi ángel,  creo que fue la única persona que nunca vio en mi algo puramente sexual. Empecé a valorarme. No voy a negar que meses después aún tengo miedo de empezar una nueva relación e incluso sigo temiendo por mi vida, Intento tener ojos en la espalda por si viene  y me roba la vida. Al menos ya he conseguido salir de pozo y empiezo a sonreír. Tras hacer lo que debía ¡empecé a vivir! .Queda mucho camino, pero ahora me quiero más que antes, pero no tanto como me merezco.

  Todos los días me recordaré que quien me quiera: me respetará me cuidará, me mimará, me animara a crecer profesionalmente, me apoyará  en todo e incluso el infierno le parecerá hermoso a mi lado. Lo que nunca hará es: quitarme la autoestima, las ganas de vivir, humillarme y mucho menos me maltratará física ni psicológicamente.

     Debes de quererme a mi primero porque nadie jamás me querrá como puedo quererte yo.

19 respuestas a “Mi príncipe Morado

Add yours

  1. ¡Me encanto!, si las mujeres y los hombres tuvieran ese amor propio las cosas serían tan diferentes, nadie tendría que aguantar tantas cosas de un ser que dice » querer». Muy bonito ese despertar.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar